viernes, 31 de agosto de 2012

La biblioteca de la UTL

     La finalidad primordial de la biblioteca de la Universidad Tecnológica de León es la formación académica de sus estudiantes y profesores, pero posee además de su acervo científico y tecnológico cercano a los 30 000 títulos, otros acervos de carácter cultural en el área de Colecciones, a saber: La ciencia para todos, El Colegio Nacional, Obras Completas de Octavio Paz, Obras de Carlos Fuentes, Literatura Universal y Literatura Mexicana. Integrado en el acervo general se encuentra también una colección del Archivo Histórico Diplomático Mexicano. Recuerdo la vieja y divertida acusación recíproca entre los investigadores del Massachusetts Institute of Technology y los de Harvard University, narrada por Noam Chomsky; los de Harvard acusaban a los del MIT de incultos iletrados, y estos últimos los acusaban de no saber matemáticas, de analfabetos tecnológicos. En la UTL esta arcaica polémica ha sido resuelta. Porque la formación tecnológica es complementada con formación humanista, la Universidad tiene un Departamento de español (Expresión oral y escrita).
     La biblioteca es pública, es decir, cualquier ciudadano mexicano o incluso extranjero, puede consultar el acervo bibliográfico, hemerográfico, videográfico o discográfico; lo que no pueden hacer es llevar ese material a domicilio, esas son prerrogativas de los alumnos, profesores y trabajadores universitarios. El hecho de poder consultar sus apreciables libros ya es bastante. La colección de El Colegio Nacional es una de las más apasionantes, pues los sabios del país, de todas las ramas, dedicados de tiempo completo a producir conocimiento estampan sus libros en esta editorial. Casi todos los libros del filósofo y poeta Ramón Xirau se encuentran aquí, por ejemplo Genio y figura de sor Juana Inés de la Cruz, Poesía y conocimiento, Ciudades. Desde el 2007 el lingüista Luis Fernando Lara es miembro del CN, y ha publicado desde entonces luminosos artículos académicos sobre la historia de la lengua española en México, sobre lexicografía, etc. Se encuentran los 20 tomos de la obra del médico neo-renacentista Ruy Pérez Tamayo: historiador de la medicina, académico de la lengua, nada humano le es ajeno, erudito enciclopédico de quien tenemos mucho que aprender. En la colección Literatura Universal se encuentran los clásico de siempre: La Ilíada, La Divina Comedia, Don Quijote, casi todas las obras de nuestro más reciente Nobel de Literatura: Mario Vargas Llosa (no sólo es de los peruanos, sino de todos los hispanohablantes), las Obras Completas de Borges, etc. La Colección Obras de Carlos Fuentes tiene un perfil claramente bibliófilo, hay tres diferentes ediciones de La región más transparente: una edición crítica impresa por Cátedra en la prestigiosa serie Letras Hispánicas; la edición conmemorativa de los 50 años de la primera edición, elaborada por el FCE;  y una más, editada por la Real Academia Española. El lector tiene libertad para elegir qué versión degustar. Y aquí me detengo porque no es mi intención escribir un catálogo sino invitar al lector a que se sumerja en este tsunami libresco y humanístico.
     Puedo calificar a la biblioteca de la UTL de hispanista. Entiendo por hispanismo cualquier manifestación de amor por la lengua española y la cultura hispánica (que compartimos todos los países hispanoamericanos y España), ese amor se transparenta en la investigación, en la promoción de nuestra cultura escrita, en la difusión de los clásicos de nuestra lengua milenaria. En la Colección Literatura Mexicana encontré un libro que me sedujo al instante, lo leí con avidez y fascinación: Cuatro Ingenios (Espasa-Calpe, 1950) del polígrafo Alfonso Reyes, ese mexicano universal, helenista destacado, pero sobre todo especialista en literatura española. El libro lo conforman cuatro ensayos sobre cuatro clásicos de nuestra lengua, tres del periodo áureo (Lope de Vega, Quevedo, Gracián) y el último sobre el Arcipreste de Hita, “…son huéspedes un ingenio medieval y tres ingenios modernos…” en el estilo de don Alfonso. Fue escrito en 1917, durante su estancia madrileña. Son breves semblanzas biográficas y literarias, un recorrido por la geografía española y por la evolución de nuestra literatura, un viaje a través del tiempo. Son ensayos literarios pero con un acendrado enfoque historicista, pues no puede comprenderse la obra de arte sin el entorno histórico, por ejemplo, el hecho de que los primeros libros de Gracián hayan sido publicados con pseudónimo se debió al régimen de censura y opresión del pensamiento que la Inquisición estableció en la España de aquellos siglos. La prosa de Reyes es un auténtico deleite, pulcra, concisa, elegante, así define a Quevedo: “La experiencia del trato humano parece en él cosa innata: es político desde que nace. Hombre docto en cosas antiguas, ve en la política, como un clásico, la hermana mayor de todas las artes”. Qué bueno que tengamos bibliotecas como esta porque (transformando la máxima Sartreana) el hispanismo es humanismo.





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