domingo, 12 de febrero de 2012

La herencia hispanohebrea

La lengua española ha sido el receptáculo de grandes ideas y cosmovisiones a través de los siglos, ideas que han arraigado en nuestro inconsciente colectivo, las civilizaciones ajenas a la propia han entrado por la lengua, el judaísmo ha dejado una buena cantidad de hebraísmos en el español, unos son claros, otros calcos, otros más subyacen herméticos en las palabras, ese racimo de ideas han hecho historia, han forjado nuestra herencia hispanohebrea, aún después de 1492 cuando fueron expulsados de España.  
El judaísmo no es solamente una religión con sus heterodoxias y ramificaciones místicas, es una cultura, una visión del mundo, una civilización. Las aportaciones del judaísmo a la cultura hispánica son innumerables, polifacéticas e insoslayables, no está de más recordar que los tres principales pilares de la civilización occidental lo constituyen la amalgama de tres civilizaciones de la antigüedad: Grecia, Roma e Israel; claro que también el islam con sus ocho siglos de labor civilizatoria en España también tuvo su influjo,  y tantos otros pueblos como los celtas, iberos, godos, germanos, galos, eslavos, etc. Han sido tres las grandes nodrizas intelectuales en el desarrollo de la personalidad de lo que se conoce como Occidente, las ya mencionadas, pero que han vivido en permanente tensión, pues fue breve el tiempo de la paz, Al Andaluz, donde las tres grandes religiones convivieron y colaboraron en la construcción de la cultura y del conocimiento, sus sabios hablaban latín, hebreo y árabe, además de excelentes traductores y exegetas de las tres tradiciones, en ese segundo renacimiento europeo, (el primero había sido el del reinado de Carlomagno). La incursión de los judíos en Europa comenzó con la destrucción de Jerusalén y su templo en el siglo primero después de Cristo, fue cuando comenzó la primera diáspora judía, la cual se prolongó hasta el siglo XX con altibajos, palabras como diáspora, éxodo, migración, errancia, dispersión, etc. son típicamente hebraicas. El pensamiento hebreo a través de los milenios ha desarrollado varias vertientes no religiosas, o de su estructura religiosa que son la Torá, el Talmud, es decir, la Biblia menos bastantes libros (del Antiguo Testamento) no canónicos para los rabinos pero sí para la curia eclesiástica romana. Ideas tales como la sucesión lineal del tiempo, la historicidad, la eternidad, el génesis, es decir, la idea de que el universo fue creado por un ser supremo, y el mesianismo, entre muchas otras más, pero aquí me detengo porque mi intención es mostrar brevemente un atisbo de cómo esta idea tan apasionante, descabellada y peligrosa ha transformado los sucesos históricos durante el paso de los siglos, en este sentido Hegel tenía razón, las ideas sí modifican la realidad, pueden ser grandes hombres quienes las manifiesten pero son los imaginarios colectivos, las sociedades quienes los producen, Marx mismo, quien negaba que las ideas desempeñaran un factor determinante por darle la prioridad a los hechos, a la praxis, influyó en el curso de la historia política del siglo XX, su sombra aún se cierne sobre América Latina con el resurgimiento del neo socialismo ahora caribeño estilo Hugo Chávez, quien debería leer el libro de Francois Furet El pasado de una ilusión, antes de repetir la historia, no sólo ese libro, Archipiélago Gulag, de Solzenitzin, Los orígenes del totalitarismo de Hanna Arendt y tantos otros. El judaísmo espera un salvador del mundo, un redentor de los pecados de los hombres, un emisario de Dios, eso lo dicen los profetas bíblicos desde tiempos ancestrales, ahora, los intelectuales judíos, quienes en su mayoría han abdicado de sus creencias religiosas, han mantenido la estructura del pensamiento hebreo, han trasladado los contenidos a campos semánticos diferentes,  así hombres como Benjamin, Adorno, Einstein, Freud, Canetti, Scholem, Rosenzweig, Arendt, etc. han poseído un pensamiento mesiánico.   El mesianismo es la actitud que pretende salvar al mundo porque inherentemente la realidad está pervertida por el pecado original, porque el peor pecado es haber nacido, en la frase del Eclesiastés, el salvador es enviado directamente por el creador para darle sentido al mundo que vive en penumbra desde el principio, cuando se perdió el paraíso terrenal por la ambición de conocimiento según algunos exegetas, la vocación mesiánica fue heredada al cristianismo pues no hay que olvidar que esta religión surgió de una secta del judaísmo que llegó a consolidarse como religión oficial del Imperio Romano en tiempos de Constantino.