domingo, 4 de diciembre de 2011

La Biblioteca Virtual Cervantes


La Biblioteca Virtual Cervantes de la española Universidad de Alicante, es un auténtico tesoro bibliográfico, un proyecto que comenzó a funcionar en 1999. Es una biblioteca humanista, enfocada en la difusión de la cultura hispánica, en su acepción más amplia e inclusiva, es decir, panhispanista (sin soslayar a Hispanoamérica, Filipinas, ni el legado documental de las otras lenguas peninsulares). La BVC es una red de bibliotecas interconectadas entre sí, su unidad se manifiesta en su multiplicidad, es como la Biblioteca de Babel del cuento de Borges: un universo per se; o una galaxia, como Manuel Castells ha denominado metafóricamente a internet. Lo que sí es absolutamente cierto es que su acervo es infinito, o al menos aparente serlo, he navegado durante horas, días, meses, años, y haciendo cálculos ingenuos sobre cuándo terminaré de leer todos los libros, capítulos, artículos y conferencias que me interesa conocer, me siento abrumado. Hablando sobre la Cervantes, mi amigo Néstor Portela (exaltado criptosefardita e hispanófilo confeso) me dijo que para él es como un océano y que se siente sin una barca para navegarlo. Me agrada la alegoría. Creo, sin embargo, que mi amigo es un náufrago porque conoce demasiado el mar océano de la Cervantes. Aunque para mí es como un laberinto, donde en vez de perderme, me encuentro a mí mismo, dando rienda suelta a mis pasiones: hispanista, latinista, helenista. Me confieso ratón de biblioteca, pero digital, las tecnologías de la información y la comunicación (las multicitadas TIC’s) ahora nos permiten viajar por el espacio sin movernos de nuestro escritorio, la virtualidad ha logrado que en la internet se ubiquen miles de bibliotecas simultáneamente, y que nos desplacemos a la que más nos plazca. Yo no puedo ir físicamente a la Biblioteca Nacional de España (carezco de maravedíes) a consultar incunables, pero puedo hacerlo virtualmente, a través de su portal Biblioteca Digital Hispánica, o en la BVC, pues en España las redes bibliotecarias funcionan tan bien que todas las bibliotecas se comparten sus acervos documentales y los publican generosamente no sólo para los ciudadanos españoles, sino para el mundo entero. Usted, apreciable lector, puede corroborarlo, la democracia se extiende al ámbito epistemológico, todos tenemos derecho al conocimiento, yo les agradezco sobremanera que me hayan permitido leer libros que desde el siglo XVI no habían vuelto a editarse, como la Historia Imperial y Cesárea de Pedro Mexía, o Del origen y principio de la lengua castellana de Bernardo de Aldrete. Los incunables pueden leerse folio por folio, íntegros, con lupa en mano, están impresos con la tipografía antigua: gótica o carolingia. Es un verdadero deleite poder leer sus amarillentas y antiquísimas páginas (imagino el aroma de esos libros  antiguos), pero sobre todo degustar ese estilo sin parangón de los Siglos de Oro. La BVC está integrada por varias colecciones: Literatura Española, Biblioteca Americana, Biblioteca Juan Lluís Vives, Letras Gallegas, Biblioteca de Signos, Literatura Infantil y Juvenil, Lengua, y finalmente,  Historia. Al dar clic en esta última colección se abre el portal, estamos en la antesala del acervo, en el umbral del saber, ahí se nos explica que la Biblioteca de Historia “presenta un importante catálogo digital de autores y obras relacionadas con casi todas las etapas de la civilización”. Al dar otro clic, esta vez en el icono www, en la parte inferior de la página web, entramos por fin a la biblioteca, tenemos el catálogo electrónico en la parte superior derecha para realizar las indagaciones bibliográficas que nos interesen. Del lado izquierdo, se despliegan otras ramificaciones del árbol, otras galerías del laberinto histórico, puedo elegir entre varias sendas para proseguir mi andadura bibliófila: Presentación, Catálogo, Portales, Personajes históricos, Enlaces, Últimos contenidos incorporados, Obras más consultadas. De estos portales, cada uno se ramifica, como en un laberinto amurallado con libros, elijo la cuarta opción. Y el personaje elegido es Alfonso X, y las ramificaciones se multiplican ad infinitum, esta megabiblioteca es la aplicación tangible de la inteligencia artificial basada en la ciencia cognitiva, la información fluye a semejanza del proceso neuronal, hay sinapsis, las interconexiones son permanentes y ubicuas, atemporales, la BVC es el universo con el que Borges soñaba. Un paraíso para los lectores. En la sala del rey Alfonso X, tomo un atajo para llegar a la sala de Estudios y encuentro el libro de un viejo maestro mío (además tocayo, con todo respeto): el gran hispanista Francisco Rico, Alfonso X y la “General Estoria”: tres lecciones (Ariel, 1971, Edición digital, 2008), revisión crítica de la gran empresa historiográfica alfonsí. Es justo lo que estaba buscando leer. También recomiendo al lector hojeé los manuscritos medievales de las Cantigas de Santa María, después de ocho siglos siguen intactos, luciendo su abigarrado esplendor, resabio de una época en que el manuscrito era una obra de arte. Los clásicos de nuestra lengua están esperándonos en las estanterías virtuales, los exhorto también a leer al primer poeta que escribió en nuestro romance: Los milagros de nuestra señora de Gonzalo de Berceo, verán la belleza primigenia de nuestro idioma, como fue hace ocho siglos, la ingenua estética y por eso conmovedora, la belleza de la musicalidad es innegable, pues al leerlo evocamos con nostalgia la infancia del castellano.