domingo, 8 de enero de 2012

El español: nueva koiné cultural

Hace algunos siglos, en la época de la Ilustración, la lengua internacional era el francés. Leibniz y Alexander von Humboldt escribieron sus obras en la lengua de Descartes. El siglo XX fue testigo de la consolidación de la lengua inglesa como lingua franca, algunos hispanohablantes destacados comenzaron publicando en francés, pero sus obras maestras las escribieron en inglés, por ejemplo: La era de la información del sociólogo español Manuel Castells. Los ejemplos de intelectuales que escriben en lenguas diversas a su lengua materna son copiosos, más allá del hecho de que sigamos viviendo o no bajo la hegemonía mundial del inglés, la realidad está cambiando. No puedo despejar la incógnita de por qué Elias Canetti no compuso su obra en judeoespañol, hubiera sido un Bashevis Singer de la lengua sefardita, pues era hablante nativo de una lengua milenaria que él siempre consideró arcaica y anquilosada, eligió el alemán, lengua que se perfilaba con alcance mundial hasta la eclosión del nazismo, donde perdió prestigio, mas no influencia en la cultura occidental. Castells ha expresado sus razones: "el inglés es el latín de nuestra época". Con el debido respeto, considero que hay mucho malinchismo lingüístico entre los hispanohablantes. Afortunadamente, esta situación está cambiando, un ejemplo es el historiador francés radicado en México, Jacques Lafaye, quien ha escrito sus últimas obras en español, es un hecho extraordinario que un francés erudito, un humanista de vieja cepa, abandone su prestigiosa lengua francesa para componer tratados históricos en la lengua de Nebrija, su libro Por amor al griego (FCE, 2005) es la demostración de que en nuestra lengua puede escribirse todo, posee una magnífica plasticidad y universalidad para todos los temas del conocimiento. Lafaye consultó bibliografía en los idiomas que conoce, no son pocos por cierto, y la tradujo al español como si de su lengua materna se tratase. El título completo del libro es Por amor al griego La nación europea, señorío humanista (siglos XIV-XVII) y es un viaje a la cultura del Renacimiento no sólo a través del griego sino del latín (y de las otras lenguas clásicas de la época, transmisoras de alta cultura, las semíticas: el árabe y el hebreo). Lafaye es un hispanista, pues su estudio destaca aportaciones ignoradas por otros investigadores sobre la trascendencia de la cultura española de la época en los estudios clásicos, pues siempre se destaca más el influjo italiano, pero la cultura española del siglo XV nada tenía que envidiarle a la italiana, este hecho lo demostró nítidamente Marcel Bataillon con sus estudios erasmistas en la España de Carlos V. Lafaye escribe como mexicano, pues ha adoptado nuestro dialecto, es un apasionado de la cultura mexicana, se deleita citando los libros helenistas de Alfonso Reyes, antes que los de Werner Jaeger, y a las grandes universidades y editoriales de nuestro país. Hay un capítulo dedicado a los estudios helenistas en Castilla que es muy conmovedor por ser tan infrecuente su tratamiento. Cuando nos narra la historia de la Biblia políglota de Alcalá de Henares a cargo del célebre cardenal Cisneros y la colaboración malograda de Nebrija en dicha labor editorial, no puede uno dejar de preguntarse ¿cómo conoce esos detalles? La ciudad natal de Cervantes era un hervidero de genios, lo mismo ocurría en la Universidad de Salamanca, donde Nebrija ejerció su magisterio. El tema central del libro es la introducción de los estudios helenistas a Europa, no sólo la lengua bizantina viva que llevaron los exiliados de la Constantinopla caída en manos turcas,  sino la lengua escrita, la llamada clásica o ática, la que fue conservada durante dos mil años en lo que fue el imperio romano de oriente, también conocida como koiné. Una de las causas del renacimiento italiano fue la emigración de los sabios bizantinos a Italia. El estilo de Lafaye es muy ameno, irónico y sobre todo erudito, pues sabe de todo, me resulta muy estimulante que haya traducido un fragmento de la Carta sobre el humanismo que escribió Heidegger como respuesta a Sartre, la traslada del alemán al español, sin tener vestigios de haber pasado por la sintaxis francesa: “El homo humanus es aquí el romano, quien exalta y ennoblece la virtus romana mediante la incorporación de la paideia heredada de los griegos. La paideia entendida de esta manera fue traducida por humanitas.” Lafaye domina el español, incluso mejor que muchos de nosotros, eso es un desafío para aprender mucho del maestro. Me gusta su estilo tan contemporáneo de enunciar verdades, haciendo gala de su agudeza crítica, pues habla de temas que están en los periódicos, en la internet y los fusiona magistralmente con el pasado: <Hoy día los “globalifóbicos” (un nombre griego) son a la “macroeconomía” (otro helenismo), mutatis mutandis, lo que los humanistas del Renacimiento fueron a la escolástica; dado que la economía es en nuestro siglo de fe en el capital, lo que ha sido la teología en los siglos de fe en Dios>. Por amor al griego bien pudo haberse titulado Por amor al español, pues es ya una nueva koiné cultural a nivel mundial, es decir, un instrumento de cultura que los sabios hablantes de diversas lenguas adoptan como lengua científica y segunda lengua materna para difundir el conocimiento.