domingo, 18 de diciembre de 2011

Una historia del latín

Es un hecho del dominio público que los alemanes han sido grandes romanistas, baste mencionar la Historia de Roma de Theodor Mommsen o Literatura Europea y Edad Media Latina de Robert Curtius, ambas magistrales. Hablar de la historia del latín puede sonar a antigualla a quienes no están familiarizados con su estudio. Sin embargo, para comprender y apreciar a cabalidad el origen y la estructura de la lengua española son insoslayables los latines (expresión medieval alusiva a las frases latinas que se aprendían de memoria, y que yo uso refiriéndome al latín culto y al latín vulgar). En esta columna hablaré con frecuencia del orbe grecolatino, pues son los pilares de nuestra cultura, el español no puede comprenderse ni justipreciarse sin las lenguas clásicas. En el ámbito germánico, tan inclinado a la erudición, no dejan de publicarse libros sobre el tema como Latín: historia de una lengua mundial (Latein: geschichte eine Weltsprache, 2009) del filólogo Jürgen Leonhardt, desconozco si ya está traducido a nuestro romance. Hay una proliferación del género historiográfico-lingüístico porque hay nuevos descubrimientos científicos y novedosos enfoques e interpretaciones de un tema que erróneamente se creyó agotado hace décadas. Nos dice el autor con ironía: “A la pregunta de si el latín es una lengua muerta o una lengua viva, hay dos respuestas: se puede decir que el latín es una lengua muerta porque no es hablada por nadie como lengua materna, por otro lado, el latín seguirá vivo mientras sea una lengua hablada y escrita por los hombres.”1 Para Leonhardt la primera respuesta atañe a la lingüística (Sprachwissenschaft), y la segunda a la bimilenaria tradición literaria, es decir, al universo cultural latino. La fascinación de los alemanes por el imperio romano es superlativa, ellos son los descendientes de los antiguos bárbaros que invadieron y colapsaron al imperio romano, pero ellos en su tradición historiográfica a ese capítulo histórico no lo laman, como los que hablamos lenguas neolatinas: “invasión de los bárbaros del norte” sino Völkerwanderung (que se traduce generalmente como “migración de los pueblos”, aunque la palabra “Wanderung” significa viaje y tiene más la connotación de travesía y de peregrinaje que de migración). Los alemanes fueron latinizados muy tempranamente, el alemán aunque es idioma germánico está muy latinizado, y a diferencia de muchos países latinos, se han distinguido por haber dado al mundo grandes eruditos que conocían y conocen el latín como si fuera su lengua materna. Como Gadamer nos enseñó en Verdad y Método, una lengua se domina cuando se interioriza y cuando se puede pensar y sentir en esa lengua sin traducir a la materna, incluyendo las llamadas lenguas muertas. Esta historia mundial del latín nos muestra un panorama diacrónico bien sintetizado desde los orígenes del latín hasta su consolidación como lengua imperial, un capítulo está dedicado al importante tema del influjo del griego, a través de su literatura, en la lengua latina. El contacto con el griego enseñó a la los latinohablantes a escribir literatura, filosofía y retórica. Transformó una lengua de agricultores y soldados en un producto refinado y elegante. El latín fue la lengua del imperio romano, la idea sostenida durante siglos por los filólogos clásicos de que fue unitaria, ya ha sido refutada, el latín tuvo variaciones dialectales propias de cada región, como todas las lenguas. El latín vulgar no nació con la disolución del imperio en el siglo VI d. C., nació con el latín mismo, siempre cohabitaron las dos modalidades, incluso es más antiguo el vulgar porque fue el que realmente se habló con errores gramaticales, con las mínimas declinaciones; el latín culto, el literario que aprendí en la Universidad era un latín artificial, no hablado sino escrito, como ocurre con nuestro español culto y coloquial. Otra hipótesis que tiene cada vez más partidarios es la siguiente: el español no es hijo del latín, es el latín evolucionado, no es tampoco un latín corrompido. La historia del latín se parece a la de la lengua hebrea en su peregrinar (hasta la fundación del Estado de Israel), es una lengua mundial que se quedó sin mundo, salvo la pequeña provincia Vaticana, donde es idioma oficial. Me agradó el planteamiento con el que el autor concluye el libro ¿Es el latín una lengua o una filología? (ist Latein eine Philologie oder eine Sprache?). En su versión clásica es una filología, el valor imperecedero del latín estriba en su cultura escrita, en los libros publicados durante el Medievo, el Renacimiento, y ahora con el nuevo humanismo que se sigue cultivando en las universidades occidentales. El latín está vivo, y aunque estuviera muerto, como hermosamente escribió Andrés Bello en el prólogo a su Gramática Latina: “El latín es el principal sendero que conduce al conocimiento de la antigüedad, nada ha quedado fijo que no haya sido cimentado por los romanos”. Es un orgullo que la Universidad de Guanajuato, en su Centro de Idiomas, tenga un diplomado en latín clásico, el cual es dirigido por la maestra Teresita Ayala, helenista y latinista destacada, además de talentosa políglota. Hace más de diez años estudié lenguas clásicas en sus aulas, me corrijo: comencé a estudiar, pues no he cesado de hacerlo, teniendo ahora como maestros a los libros en varios idiomas y a mis recuerdos.

1.La traducción es mía: ”Auf die Frage, ob Latein eine tote oder eine lebende Sprache sei, gibt es zwei Antworten: Die eine besagt, Latein sei tot, weil es von niemand als Muttersprache gesprochen wird, die andere, Latein sei lebendig, solange es überhaupt von Menschen gesprochen und gescrieben wird”.