sábado, 29 de octubre de 2011

 
Por amor al español

¿Cuándo desaparecerán los complejos de inferioridad que los hispanohablantes sienten hacia otras lenguas que consideran superiores? El ejemplo más evidente ocurre con la lengua inglesa, pero también con otras lenguas como el francés o el alemán. Muchos empresarios prefieren designar a sus empresas o negocios con una razón social en inglés porque da estatus. En las conversaciones habituales de  los jóvenes y de muchos adultos se filtran palabras y expresiones en inglés, o frases calcadas, cuando la mayoría de las veces son innecesarias. No me opongo a que la gente sepa idiomas, todo lo contrario, me gustan los idiomas, pero ¿por qué despreciar nuestro opulento léxico? Los hispanohablantes hablamos una lengua más que milenaria con infinitos recursos lingüísticos para expresarnos y desde hace ocho siglos es una lengua de cultura, no fue casual que el rey Alfonso X el sabio se refiriera a la lengua castellana como “nuestro latín”, y que decidiera traducir libros sapientísimos del árabe al castellano en vez de verterlos al latín. Toda la ilustración de la civilización islámica llegó a través de nuestra dulce lengua, posteriormente se realizaron versiones latinas, ya en época renacentista. En aquel siglo XIII peninsular, nuestra lengua se llamaba castellano, pues era el dialecto del latín hablado en Castilla, así como se hablaba mozárabe o catalán en otras regiones de España. Antonio Alatorre escribió que ya en tiempos de Alfonso X pudo haber sido escrita la primera gramática de nuestra lengua, esta es una afirmación fascinante, aún así la primera gramática escrita sobre una lengua vulgar fue la que publicó Antonio de Nebrija en 1492. Los recientes descubrimientos de los paleolingüístas e hispanistas han descubierto que nuestra lengua no tiene mil años como se creyó y se celebró en 1979, sino cerca de mil doscientos. Los cartularios de Valpuesta son la evidencia documental, refutando así la antigüedad de las glosas silenses y emilanenses. Este hecho modifica completamente la historia de nuestro idioma, y la de las lenguas románicas en general. Hablamos la lengua europea más añejada como los vinos riojanos que por su fuerza creativa y su voluntad evolutiva (y por supuesto, por las circunstancias históricas) dejó de hablar latín para hablar castellano, o “castilla” como se decía en aquellos siglos. Cuando se consumó la Reconquista de España del dominio moro con la toma de Granada, el castellano comenzó su etapa expansiva y un siglo después durante el imperio de Carlos V dejó de llamársele castellano para denominársele español. Hoy ambos nombres son sinónimos y los usamos indistintamente. Con la publicación de la Gramática de la lengua castellana de Nebrija  comenzó la etapa dorada de nuestro idioma: los siglos de oro, surgieron escritores de la talla de Cervantes, Quevedo, Gracián, Góngora, Valdés, entre otros. Nebrija fue el filólogo español más erudito de su época, fue latinista y helenista también, un hombre del Renacimiento. La Gramática ha sido publicada este año por la Asociación de Academias de la Lengua Española, en un loable esfuerzo por difundir a nuestros clásicos, he aquí algunos párrafos del primer capítulo: “Los que boluieron de griego en latín este nombre gramática: llamaron la arte de letras: y a los professores y maestros della dixeron grammáticos: que en nuestra lengua podemos dezir letrados. Esta según Quintiliano en dos partes se gasta. La primera los griegos llamaron methódica: que nos otros podemos bolver en doctrinal: por que contiene los preceptos y reglas del arte.” Así comienza el celebérrimo libro. Salvo el uso de otras reglas ortográficas que designaban otros fonemas característicos del español medieval que después desaparecieron del español moderno pero que sobreviven en el judeoespañol, y ligeras variaciones en la sintaxis, la lengua de Nebrija del siglo XV es la nuestra, por eso es tan válido decir que hablo y escribo  la lengua de Nebrija o la de Vargas Llosa, como se dice que hablamos la lengua de Cervantes. También tenemos clásicos filológicos e históricos y no solamente literarios como El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Nebrija es nuestro contemporáneo. Los angloparlantes necesitan traducir a Shakespeare al inglés moderno para poder comprenderlo, nosotros entendemos perfectamente lo escrito hace cinco centurias, entendemos incluso la General Estoria de Alfonso X, pero más que entender se trata de degustar la lengua, de saborear cada palabra, de enriquecernos con nuestro patrimonio lingüístico sin parangón, pues  nuestra lengua es cultérrima y fermosa (incluyendo sus encantadores arcaísmos) en el tiempo y en el espacio. Nebrija define así el propósito de su Gramática: “…acordé ante todas las otras cosas reduzir en artificio este nuestro lenguaje castellano: para que lo que agora y de aquí adelante en él se escriviere pueda quedar en un tenor: y estenderse en toda la duración de los tiempos que están por venir. Como vemos que se a hecho en la lengua griega y latina: las cuales por aver estado debaxo de arte: aunque sobre ellas an passado muchos siglos: todavía quedan en una uniformidad…” Apreciable lector, el español es nuestro instrumento intelectual y espiritual para comprender el mundo, para expresarnos en el mundo. Escribiré “La lengua de Nebrija” por amor a nuestro idioma, para compartir mi pasión hispanista, porque es nuestra más bella heredad.