sábado, 12 de noviembre de 2011

La prehistoria del español


La prehistoria del español

El estudio de las etimologías grecolatinas nos incita a profundizar el conocimiento de la lengua española, nuestro instrumento intelectual y espiritual con el cual aprehendemos el mundo exterior e interior. Las etimologías son una disciplina lingüística y filológica que estudia el origen de las palabras, sus significados primigenios y  su evolución, sus cambios semánticos y morfológicos. La lingüística a grosso modo es la ciencia social que estudia las lenguas, desde los enfoques diacrónico y sincrónico. La lengua es un lenguaje (esto no es tautología, aunque lo parezca) pero no todos los lenguajes son idiomas hablados, me explico, la matemática y la música son lenguajes sin ser lenguas, es decir, no están articuladas en palabras ni en frases que puedan ser pronunciadas o habladas. La filología es la ciencia social que estudia e interpreta los textos literarios, históricos y lingüísticos principalmente, se enfoca únicamente al lenguaje escrito, los filólogos son una mezcla de historiadores, literatos y lingüistas. La etimología de la palabra “etimología” es la siguiente: del griego ετιμος (étimos) significa verdadero, genuino; y λογία (loguía) significa estudio, tratado; es decir, etimología como lo dice su raíz más arcaica y nítida, quiere decir el estudio de lo verdadero, el significado auténtico y correcto de una palabra. En una acepción más contemporánea, la etimología estudia la evolución semántica de las palabras de una lengua determinada, tradicionalmente la de las lenguas clásicas, pues en Grecia nació esta disciplina humanística. En la asignatura de español nos enseñaron la gramática, la ortografía, las reglas de redacción, la estructura morfosintáctica de nuestro idioma, su sistema fonológico, el opulento léxico hispánico, desde una perspectiva sincrónica; aunque también se nos enseñó desde la óptica  diacrónica, es decir, la apasionante historia de la lengua española. Si el estudio del español pertenece a la etapa histórica, estudiar etimologías es conocer la prehistoria de la lengua milenaria que hablamos. El español nació, según consta en documentos históricos hace aproximadamente 1200 años, pero el español es un dialecto del latín, como lo son el resto de las lenguas románicas, hay investigaciones lingüísticas y filológicas muy recientes donde proponen la hipótesis de que el español se diferenció, y por ende se separó, claramente de su lengua madre ya en el siglo VI, cuando el Imperio Romano de Occidente sucumbió a la invasión de los bárbaros germanos del norte de Europa, en la época de Isidoro de Sevilla. Oficialmente el latín es lengua muerta desde la época de Carlomagno, en el siglo VIII d. C. pero fue una muerte ficticia o simulada porque el ochenta por ciento del léxico hispánico es latino, dicho en otras palabras, hablamos latín, aunque un latín evolucionado. Hay palabras que hablamos cotidianamente que han permanecido petrificadas e inmutables a lo largo de dos mil quinientos años, como los vocablos: rosa, pulcra, nave, arbor, folio, templum, servus, urbe, orbe, entre otros; seguimos diciendo “rosa pulcra est” la rosa es hermosa, como los romanos antiguos que tanto admiramos, somos sus descendientes los hablantes de lenguas romances. Pronunciamos palabras latinas que tienen dos mil quinientos años, pero el latín no fue una lengua aislada, en el contexto mediterráneo la lengua culta con mayor prestigio durante la antigüedad fue la griega y el latín recibió la influencia cultural y por lo tanto lingüística de Grecia, cuando los romanos conquistaron a las polis griegas, diseminadas en la Magna Grecia, los verdaderos conquistados fueron los romanos, cultural y espiritualmente hablando, pues la filosofía, las matemáticas, la ciencia y la literatura son invenciones griegas. Los griegos crearon nuestro mundo, los cimientos de las ciencias contemporáneas los erigieron ellos, nuestros abuelos, un ejemplo contundente es que la geometría euclidiana es la que seguimos estudiando desde hace más de dos milenios. También el Nuevo Testamento bíblico fue redactado en griego  porque era la lingua franca, (koiné en griego) la lengua universal en la parte oriental del Imperio Romano. Homero, el genio que escribió La Ilíada y La Odisea, nos sigue fascinando y enseñando cómo es la naturaleza humana, el alma humana no ha cambiado en tres mil años, eso nos enseña Homero. Pues bien, los romanos cultos de la época imperial aprendían griego y muchos de ellos escribieron sus obras no en su latín nativo sino en la lengua de la Hélade, entre ellos el emperador Marco Aurelio, Cicerón, Epicteto, por sólo nombrar a los más connotados. Hacia el siglo II a. C. habían entrado a la lengua latina miles de palabras griegas, los romanos las adaptaron a su fonética y a su ortografía, el alfabeto latino ya tenía una letra F, pero desconocían el fonema efe aspirado, por lo cual escribieron la palabra φιλοσοφία (filosofía) de esta manera: philosophia, sustituyendo la grafía φ (fi) por ph (efe) para las palabras con ese fonema de procedencia helénica. En nuestra lengua el diez por ciento del léxico lo conforman palabras griegas. Hablamos griego todavía, aunque en menor proporción que latín, pero fuimos helenizados, accedimos muy a tiempo al banquete de la civilización, a la  παιδεια (paideia). Un ejemplo, la etimología de la palabra catarro proviene de κάθαρσις (kátharsis) que significa purificación, y es bien sabido que durante un catarro el cuerpo se depura, se limpia de agentes patógenos. La etimología de psiquiatra, se compone de dos vocablos: ψυχή (psyjé) alma y ιατρός (iatrós) médico, la lengua griega es metafórica, poética, un psiquiatra es un médico del alma, un doctor de las dolencias del espíritu. Este es el universo apasionante de las etimologías grecolatinas: la prehistoria del español y por ende, nuestra.