domingo, 19 de febrero de 2012

Traducir al español

Escribió George Steiner en su libro Después de Babel aspectos sobre la traducción y el lenguaje: “El traductor enriquece su lengua permitiendo que la lengua de la que traduce la penetre y modifique. Pero hace aún más: expande su idioma nativo hacia el absoluto secreto de la significación”. Antonio Alatorre fue un ejemplo de traductor enciclopédico, tradujo de cinco lenguas libros de profunda erudición, la labor del traductor es poco valorada en el medio intelectual, es decir, se le da mayor crédito intelectual y creativo al escritor, ¿acaso el traductor prescinde de la escritura? pero quien hace la transferencia, la traslación semántica y hermenéutica es el traductor 1; en este caso no se trata de cualquier traductor sino de uno muy avezado, cultérrimo, además de polígloto, fue un erudito en muchos temas: historia universal, literatura española de los siglos de oro, lenguas clásicas, de donde obtuvo su formación lingüística (buenas raíces: griego y el latín), fue un destacado  filólogo, además de crítico literario, su faceta más conocida es como historiador de la lengua española, pero a mí me interesa en esta columna destacar su labor como traductor de Lacan, Bataillon, Gerbi, Machado de Asís, y de Freire, de temas tan vastos y tan universales como la disputa del nuevo mundo, la reforma radical, el psicoanálisis y ensayos sobre la locura, la revolución pedagógica en Brasil, sobre la España ilustrada del siglo XVIII, por sólo mencionar algunos. Yo me dejé deslumbrar por Alatorre, cada vez que abría un libro descubría con asombro que el traductor era don Antonio, si es complicado leer esos libros en español, por eso mismo valoro la ardua empresa traductora no necesariamente traidora, no me sorprendo por el hecho de leer en otras lenguas, yo mismo lo hago, sino que dimensiono la magna empresa de Alatorre, traducir no es enchílame otra, sin menospreciar el trabajo de las excelentes cocineras mexicanas, y menos aún, libros llenos de notas al pie de página, de referencias bibliográficas tan extensas, con esos índices analíticos y onomásticos. Al punto al que quiero llegar es que un perfil renacentista o enciclopedista se cumple en ciertos hombres, en esta sociedad tecnológica, científica, la especialización en un solo campo es la ley, la meta, es mal visto que alguien incursione en varias disciplinas del saber, se cree imposible, poco serio, Alatorre es el paradigma de traductor enciclopedista, universalista, afortunadamente hay en el orbe hispánico, especialmente en México, más personas así.

Un lector puede asimilar el libro Erasmo en España de Marcel Bataillon, que Alatorre castellanizó, aunque con mucha paciencia, es la obra de un hispanista galo, enfocado en un siglo y en un tema solamente, a tal punto que lo agota, es el culmen de un campo historiográfico, el mercado editorial desea lectores compulsivos pero de libros breves, fáciles de leer, y esta joya historiográfica del hispanismo debe ser leída con toda calma, debe ser degustada para poder ser comprendida a cabalidad. Imaginen, si es complejo asimilar, pero realmente asimilar, toda la información de esos libros como simples lectores, el traductor lo asimila dos veces, quien escribe lee dos veces, quien traduce lee y escribe más de dos veces, crea una nueva obra en su lengua materna. Alatorre expandió la lengua de Nebrija hacia nuevos horizontes culturales.



1 El lector interesado puede consultar mi ensayo La traducción babélica (sobre el libro que George Steiner dedicó a la traducción: Después de Babel)  publicado en el número 20 de la revista El Canto del Ahuehuete (2011).